Abonamos el movimiento huertero con las herramientas teóricas y metodológicas de la academia: Investigación “Prácticas comunicativas de la Agricultura Urbana en Medellín”
En el año 2017, cinco años después de conformarnos como Red de Huerteros Medellín, iniciamos una investigación desde nuestro movimiento social. Nos aprovechamos de las herramientas teóricas y metodológicas que brinda la academia –y de algunos recursos financieros de esta– para iniciar la investigación: “Prácticas Comunicativas de la Agricultura Urbana en Medellín: tejido social, territorios y saberes”. Queríamos indagar acerca del estado de la agricultura urbana en la ciudad: ¿qué tipo de huertas hay?, ¿por qué hacemos huertas?, ¿dónde conseguimos las semillas?, ¿cómo abonamos la tierra? Para esto, entrevistamos y visitamos 86 huertas de Medellín y su Área Metropolitana, y logramos construir algunas conclusiones. Además, empezamos a explorar diversas formas de creación y divulgación de contenidos. Realizamos podcast, mapas y síntesis de la investigación. (Si quieres acceder a estos contenidos, haz clic aquí)
Los primeros brotes que dejó la investigación: Semillero de la UPA (Universidad Popular Ambiental)
En 2020 llegó la pandemia y, a pesar de la distancia, no dejamos de pensar formas para encontrarnos. La investigación, además de todos los aprendizajes que nos dejó, también permitió pensarnos una agenda de trabajo como colectivo, donde emergió el tema de las semillas y su desconocimiento entre los huerteros urbanos en la siembra y el consumo.
Preocupadas por la falta de conocimiento sobre la importancia de las semillas en la agricultura; la debilidad en las relaciones entre agricultores urbanos, custodios de semillas y consumidores; y la casi total ausencia de un discurso crítico, decidimos que la temática de las semillas debía ser un tema prioritario a trabajar desde la Red de Huerteros Medellín.
¿Qué sabíamos nosotras sobre las semillas? muy poco en realidad. Habíamos escuchado sobre las patentes y la amenaza que significaba para los campesinos, pero con el tiempo descubrimos que es un tema amplio, con muchos enfoques.
Con el nacimiento de la UPA (para saber de qué se trata esta iniciativa, haz clic aquí), se hizo el 19 de junio un conversatorio que se tituló “Semillas: la memoria que resiste”, en donde Laura López, de Espora Semillas Originarias, habló sobre las Leyes de Semillas con Cristina y Paula.
Las inquietudes continuaron, ¿de qué otras formas podemos aprender y compartir el conocimiento?, ¿y si creamos un grupo de estudio? ¡Que se llame el Semillero de la UPA! La invitación se veía así:
Nos conectábamos los miércoles en la noche cada quince días para compartir sobre los textos que habíamos leído, hacíamos ejercicios prácticos, veíamos videos, hacíamos todo lo que fuera necesario para entender lo que pasaba con las semillas. Las preguntas que se comenzaron a volver más frecuentes eran estas: ¿cómo podemos aportar desde la ciudad a que las semillas nativas se conserven? ¿Cómo podemos difundir todo lo que estamos aprendiendo?
Cristina y Kelly, hacia finales del 2020, construyeron un directorio para facilitar el contacto con productores locales que usaban semillas nativas y promover su consumo, lo llamaron “Semillas que resisten”, también se hicieron algunas publicaciones de piezas gráficas en las redes sociales de la Red de Huerteros para difundir esta información.
Con el paso del tiempo los encuentros del Semillero de la UPA continuaron, el grupo se había reducido considerablemente, ya que algunas personas estaban volviendo a la presencialidad y los encuentros virtuales se hacían difíciles por las agendas. Sin embargo, pronto surgiría otra iniciativa con una nueva dinámica.
Sabores y saberes: semillas criollas, nativas y diversas
A finales del año 2020, gracias a las reflexiones y aprendizajes del Semillero de la UPA, empezamos a planear nuestro primer proyecto sobre semillas: “Sabores y Saberes”. Queríamos tejer una articulación entre los huerteros de la ciudad y los guardianes de semillas en las áreas rurales y periurbanas. Pensamos que para esto era fundamental hablar sobre la importancia de diversificar nuestra alimentación y decidimos poner énfasis en la cocina como espacio de encuentro entre el campo y la ciudad. Escribimos el proyecto y nos presentamos a la Convocatoria de Estímulos para el Arte y la Cultura 2020. Nuestra idea original era realizar tres encuentros de cocina en los que participaran huerteros, cocineros y guardianes de semillas.
Al recibir los resultados nos dimos cuenta de que, a pesar de tener una buena evaluación, no habíamos obtenido el puntaje suficiente para ganarnos la convocatoria. Esto, lejos de desanimarnos, fue motivo para sentarnos de nuevo a revisar nuestros objetivos, pensar en alternativas para llevar a cabo el proyecto y replantear algunas actividades según las recomendaciones de los jurados.
En el año 2021 retomamos el proyecto. Después de discutirlo y revisarlo, nos percatamos que no debíamos limitar la temática de las semillas a la agricultura urbana. Nos dimos cuenta de que era necesario visibilizar la problemática de las semillas al público general. No bastaba con tejer una articulación entre huerteros y guardianes de semillas, pues la problemática de las semillas afecta a toda la población. ¡Debíamos lograr que las semillas se hicieran virales en la ciudad! Para esto, además de hacer énfasis en la cocina y la alimentación, empezamos a centrar la atención en la comunicación. Esto es, en la importancia de elaborar contenidos y propiciar espacios que permitan el diálogo, la reflexión, la transmisión y la construcción de conocimientos alrededor del tema.
Reescribimos el proyecto “Sabores y Saberes: semillas criollas, nativas y diversas”, esta vez explorando otras formas de narrar para un público más amplio. Queríamos encontrar un lenguaje más urbano, sencillo y ágil. ¿Y si aprovechamos las redes sociales para hacer viral el tema? ¿Y si empezamos a hacer TikToks? Enviamos nuevamente la propuesta a la Convocatoria de Estímulos para el Arte y la Cultura, en la línea de estímulos al Patrimonio cultural, y ¿adivinen qué?
¡Nos ganamos la convocatoria! Eso nos llenó de mucha felicidad, porque más allá de tener recursos, sentimos que las personas que evaluaron el proyecto habían comprendido su importancia. Cuando iniciamos, pensamos que sería clave encontrarnos con guardianes de semillas, ya que estas visitas iban a nutrir el trabajo que íbamos a hacer (aunque nada de esto había quedado planteado en la propuesta). Visitamos 7 custodios en Santa Elena, Rionegro, El Peñol, Carmen de Viboral y San Antonio de Prado, los entrevistamos y grabamos sus historias, además, aprovechamos para hacer los videos cortos que luego usamos en Tiktok y Reels de Instagram.
Al principio hacer los videos no fue tan sencillo, la duración era muy corta, queríamos decir muchas cosas, pero poco a poco fuimos entendiendo la dinámica, el papel clave de la música en Tiktok, el principio de imitación mezclado con originalidad y que, además, podíamos apelar a distintos sentimientos e intenciones, como informar, entretener y educar. Nos comprometimos a hacer 10 videos durante el proceso, terminamos haciendo 30, cada vez se hizo más sencillo hacer los clips y las ideas salían de forma espontánea. (Para ver nuestros TikToks, haz clic aquí)
Todos nuestros contenidos fueron también socializados por grupos de difusión de Telegram y WhatsApp. Cada semana se enviaba algún video o imagen, acompañada de una pregunta que incitara a los participantes a compartir sus saberes sobre las semillas ancestrales. Se logró generar un espacio muy valioso de diálogo, en el que las personas, además de ser receptoras pasivas de contenidos, podían compartir sus opiniones, experiencias y conocimientos. Gracias a estas interacciones se logró profundizar en los saberes acerca de las siete semillas que se visibilizaron durante este proyecto. (Para saber más sobre estas semillas, haz clic aquí)
Realizamos además dos cocinadas colectivas. En cada una de ellas invitamos a un custodio de semillas y a un cocinero. Los dos encuentros fueron transmitidos en vivo y son de acceso público en el perfil de Youtube de la Red de Huerteros Medellín. Descubrimos que, a pesar de que en la presencialidad se propicia mayor formación de comunidad, cohesión y tejido social, la virtualidad es un instrumento a potenciar debido a su alcance y visibilidad. Se trata de una herramienta que permite, en el caso particular de las semillas y la cocina, hacer pública una práctica que por lo general ocurre en un entorno privado. (Para saber más sobre las cocinadas colectivas, haz clic aquí y aquí)
El proyecto nos permitió darnos cuenta de que cocinar además de ser una metodología que incitaba al diálogo y al compartir de saberes, podía llegar a ser un acto revolucionario. ¡Si aprendemos a diversificar nuestra alimentación y a consumir otro tipo de semillas y productos, entonces nos convertimos también en cuidadores de semillas! De igual manera, somos guardianes, si hacemos de la comunicación una práctica de resistencia que además de generar contenidos, teja relaciones e invite a la reflexión y la acción.
El camino metodológico no acabará aquí, ya que el trabajo que venimos haciendo continuará de diversas formas. Nuestro compromiso político sigue intacto para continuar explorando opciones y formatos que nos permitan llegar a más personas.